
Narcolepsia, en el punto de mira.
Hacia una revolución terapéutica para la narcolepsia
La narcolepsia es una enfermedad que afecta a 1 de cada 5000 personas en Chile. Suele iniciarse con cierta frecuencia en la adolescencia y generalmente persiste de por vida. La narcolepsia consiste en la aparición de hipersomnolencia diurna (los pacientes tienen una dificultad para mantenerse despiertos y sufren incluso de ataques de sueño), pérdidas de tono muscular a veces en forma de desvanecimiento, parálisis del sueño (sensación de no poder moverse al despertar) y alucinaciones hipnagógicas (percepción de sensaciones anómalas visuales, auditivas o en la piel). La principal consecuencia de padecer esta enfermedad es una pérdida apreciable de la calidad de vida, además de capacidad de rendimiento. Pero además, algunas profesiones les están vetadas (transporte, militares, o actividades que impliquen posible riesgo de accidentes). No en vano, el riesgo de accidentes de tráfico para los que padecen esta enfermedad es 7 veces mayor que el del resto de la población.
Existe un gran consenso sobre el hecho de que la narcolepsia se debe a la pérdida de una sustancia cerebral, las hipocretinas, que segregan algunas neuronas y que son fundamentales para mantenernos despiertos. La causa es más controvertida, aunque se sabe que las neuronas encargadas de producirla mueren en una momento temprano de la vida, quizá por un ataque autoinmune.
Hasta ahora, el tratamiento de esta enfermedad se ha centrado en la disminución de sus síntomas. Los dos fármacos más utilizados son el modafinilo (un medicamento que aumenta el efecto de la dopamina y que con ello que disminuye la somnolencia) y el oxibato sódico (que normaliza el sueño y alivia la cataplejía). En ocasiones se utilizan también el metilfenidato, un pariente de las anfetaminas.
Sin embargo, varias opciones nuevas se ciernen sobre el horizonte:
Por un lado, en algunos países de Europa está disponible ya una nueva línea de fármacos que actúan sobre la histamina, y que bloqueando algunos de sus receptores (en concreto, el receptor H3) se aumenta con ello la vigilia.
Otros fármacos se encuentran en vías de investigación: Por un lado, se están probando fármacos que actúan selectivamente sobre la dopamina y la noradrenalina (dos sustancias que activan la vigilia), pero que se encuentran aún en una avanzada de investigación. Es posible que de estos estudios salgan nuevas sustancias en los próximos años, y que estén disponibles para el público. Otras líneas de investigación en fase algo más inicial buscan fármacos que actúen primariamente sobre el sueño nocturno, consolidándolo y pretendiendo con ello mejorar el estado de vigilia diurna.
Pero quizá las dos líneas más interesantes existentes actualmente en la investigación se dirigen a tratamientos no meramente sintomáticos:
- Por un lado, si el problema central en la narcolepsia consiste en la falta de hipocretinas en el cerebro, la solución debiera consistir en administrar esta sustancia; Y en ello se está trabajando, mediante los llamados agonistas de las hipocretinas. Varios estudios lo han intentado. El mayor problema hasta ahora es que se trata de una sustancia que no difunde fácilmente al cerebro, por lo que se han intentado la vía intravenosa y la intranasal. Pues bien, la primera sustancia que tomada por vía oral, penetra en cantidades suficientes en el cerebro, se encuentra actualmente en una fase inicial de investigación.
- La otra via innovadora de investigación se basa en otra estrategia. Puesto que, en el origen de la narcolepsia se produce un ataque autoinmune contra las neuronas productoras de hipocretinas, ¿no tendría sentido prevenir la enfermedad en personas de riesgo evitando ese ataque? Varios estudios lo ha intentando, tratando a personas que recién habían sido diagnosticadas con narcolepsia plasmaferesis. Este método consiste en eliminar una parte importante del plasma circulante con la sangre, y con ello los factores inmunológicos que supuestamente están participando en el ataque autoinmune. Los estudios realizados hasta la fecha han sido pequeños y poco concluyentes.
- Otras alternativas se basarían en administrar corticoides que reducen la respuesta inmunológica o incluso fármacos inmunomoduladores.
Es todavía pronto, pero la batalla por la curación de esta enfermedad no ha hecho más que empezar.